sábado, 5 de junio de 2010


Jugó su mejor carta muy temprano, demasiado temprano, y ahora no le queda más que perder. Sabe que no pierde por no saber jugar, pero la trampa que ella propone es siempre la más dulce. Se cansó de embarcar su corazón a viajes sin destinos, solo las ilusiones motivan a este personaje casi real. Solo le queda partir hacía un letargo eterno, no pasaría factura más que al capataz de este mundo virtual allá por sus últimos respiros. Pero él sabe que las que juegan así también pierden, ni la sangre, ni el talco, ni las yerbas pueden curar estos males en el siglo XXI. Con la cabeza llena de mierda trata de pensar, y va tirando misiles hacía su propio planeta, como jugando a ser dios, teniendo a sus pies tan poca cosa, tal hermosura, tan imponente sueño. Adíos perfección, adios realidad, solo jugando no se puede vivir, solo viviendo no se puede pretender existir.

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